Mudos se quedan mis ojos
cuando flotan en el tiempo,
¡todo! en mi soledad.
Mis toscas manos se inmutan
ante la fallida persecución
del hada divina del delirio
que no vendrá sino cuando mi voz no escuche
y de sonajas rodeará mi corazón,
doblegando mis pasos a su canto,
poniendo rosas en mi mente
y un diamante en mis palmas vacías.
Entonces, cantará de gozo mi nostalgia
danzando en la cárcel deliciosa de tu enigma.
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